Buena crítica, mala película, gran negocio
Recordando a Ed Mintz, fundador de CinemaScore, que creó su empresa tras cabrearse por ir a ver una película que le horrorizó, haciendo caso a las buenas críticas que tenía
Las vueltas que da la vida
Yo soy el primero que reconoce que, además de ser un tipo raro1, mi trayectoria profesional es muy poco convencional. En mi clase de presentación de Gestión de la Empresa Informativa en la Universidad, tras repasar con los alumnos2 el contenido de la asignatura y el modelo de evaluación, dedico siempre unos quince minutos para decirles qué hago ahí delante de ellos hablándoles de cosas de periodismo y audiovisuales y porqué creo que pueden aprender conmigo algo útil para el futuro.
Las caras que ponen cuando empiezo a listar mi carrera académica -Diplomado en Estadística, Licenciado en Ciencias Actuariales y Financieras, Máster en Auditoría y Gestión de Empresas- os las podéis imaginar. Menos mal que rápidamente cuando les empiezo a hablar de Fuera de Series, del Festival Series Nostrum, de la serie documental La Maskletà y los proyectos y saraos múltiples en los que he estado metido en mi vida, se quedan más tranquilos.
Pero claro, aún después de dieciséis años hablando regularmente de series de televisión y la industria audiovisual en general, no puedo evitar que la cara tire al monte y quizá lo que más me gusta de mi profesión sea analizar todo aquello que combina la creatividad innata del audiovisual con la dura realidad numérica de la parte económica y financiera que la palabra industria lleva implícita.
Por eso en cada episodio diario de Streaming trato de colar al menos una noticia de estos temas, por eso disfruto tanto grabando cada mes con
FDS Over the Top y por eso, desde que he retomado estas sábanas dominicales, de lo que escribo suele ser una mezcla que surge de aquello para lo que me formé y del mundo audiovisual al que después he orientado mi vida.Una idea no vale nada sin ejecución
Otra cosa que siempre cuento a mis alumnos en clase es cómo una idea no vale nada. Al menos, no vale nada sin una correcta ejecución. En mi experiencia, la idea de que La Idea, así, en mayúsculas y valga la redundancia, es algo que hay que proteger y ocultar, como si fuésemos Gollum con el Anillo Único, sólo la tienen personas que jamás la pondrán en práctica. Real artists ship dicen que era una de las frases preferidas de Steve Jobs. Los verdaderos artistas culminan su trabajo, pase lo que pase lanzan un producto, un cuadro, una película, una serie al mercado. O si lo preferís más castizo, si no vas, no has ido.
Cuando me miran escépticos, les digo que me digan el nombre de dos millonarios españoles que conozcan. Lógicamente, el primer nombre que dicen es el de Amancio Ortega y el segundo, que por algo la Universidad está en Elche, el de Juan Roig. Dos personas que han hecho su fortuna respectivamente vendiendo ropa y comida, algo que llevamos haciendo desde que el hombre es hombre… ¿dónde está ahí la novedad?, les digo a continuación. Evidentemente, en la ejecución de la idea.
Todo esto me vino a la cabeza cuando, preparando el guión del Fuera de Series de hoy domingo 18, leí en Deadline el obituario de Ed Mintz, el fundador de CinemaScore a sus 83 años.
De la idea a la práctica
No es nada fácil encontrar información sobre Mitz en Internet. Por no tener, no tiene ni una página en Wikipedia3. Según la necrológica de Dealine, Ed era un genio de las matemáticas, un cerebrito como siempre hemos llamado a estas personas en España, que en su adolescencia llegó a publicar un libro sobre cómo resolver raíces cuadradas llamado El Método Mintz, que he sido absolutamente incapaz de encontrar. Se graduó en la Universidad de Wisconsin, donde se especializó en matemáticas y en la década de 1970, Mintz formó una empresa llamada Dentametics que ayudó a introducir la facturación computarizada para la industria dental.
En estas andaba el buen hombre cuando un día de 1978 decidió ir con su mujer y otra pareja a ver Un detective barato, una comedia que parodiaba las películas noir, con Peter Falk haciendo las veces de Humphrey Bogart y Ann-Margret de Lauren Bacall. La cinta estaba dirigida por Robert Moore, pero lo que le convenció para ir al cine fue, por un lado, que estaba escrita por uno de sus guionistas preferidos, Neil Simon, y por toro, las buenas críticas que había recibido antes de su estreno.
La película no le gustó absolutamente nada, y pronto descubrió que no era el único, como él mismo comentaba en una entrevista que concedió al Las Vegas Review Journal en 2013:
Salimos del cine y había mucha gente quejándose. … Y de repente, un tipo dijo: “¿Alguien aquí se pregunta por qué no pueden obtener las opiniones de los cinéfilos reales y publicarlas? Seguimos haciendo caso a los críticos”. Lo miré y pensé: "¡Guau, es una gran idea!".
Sin duda lo era. Pero la clave es que, a diferencia de aquel que lo dijo en voz alta y rápidamente se olvidó de ella hasta que un film volviese a decepcionarle, Mintz no dejó de darle vueltas en la cabeza acerca de cómo llevarla a la práctica.
El principal problema no era el diseñar la forma de encuestar a los cinéfilos -su idea siempre fue preguntar a los asistentes en el día del estreno- o el modelo estadístico para tratar los datos -que sigue siendo secreto a día de hoy-, sino, como cualquiera que se dedique a este tipo de cosas os puede decir, el cómo conseguir los datos. Y es que no podía pretender que la gente que acudía a finales de los 70 a un cine lo hiciera provista de bolígrafos para cumplimentar un cuestionario, o de un objeto punzante para agujerear las respuestas.
La solución le vino, curiosamente, gracias a Dios. Él mismo lo relata en la misma entrevista:
Durante semanas me estaba volviendo loco. Y luego resultó que estaba en el templo para Yom Kipur. … Olvidando que probablemente debería mantener mi mente en Dios, pero estaba dando vueltas en mi cabeza… No quieren que escribas en ese día festivo, así que te dan una tarjeta para las donaciones y tú simplemente doblas la pestaña hacia atrás (indicando cuánto dinero darás). Tomé esa cosa en mi mano y fue como un rayo de electricidad. Casi salté de la silla. … Pensé: “Sencillo. Qué sencillo. Qué sencillo”.
Y así nació la tarjeta de CinemaScore.
El funcionamiento de CinemaScore
Mirad bien la imagen. Eso es lo que a día de hoy varias decenas de encuestadores de CinemaScore entregan a los espectadores que acuden los viernes a los cines de unas 25 ciudades de Estados Unidos mientras les dicen: “si tiene unos minutos, esto le permitirá convertirse en un crítico”.
En este prodigio de la sencillez y la simplicidad, se pide que el encuestado conteste, doblando las pestañas perforadas correspondientes, a:
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